martes, 25 de octubre de 2011

IGUALDAD Y LIBERTAD

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA IGUALDAD Y LA LIBERTAD

Sobre estos temas se ha hablado, escrito y actuado tanto, especialmente durante las últimas décadas, que harían falta ríos de tinta para dejar el testimonio en letras de molde.

Políticos, pensadores, filósofos, ensayistas, cómicos y novelistas, entre otros muchos, nos han repetido sin pausa, que finalmente la humanidad ha llegado a un punto en que estos derechos, al fin, han empezado a reconocerse después de haber sido negados durante todo el periodo que abarca la Historia universal.

Vamos a hablar un poco de la igualdad. Podemos decir que dos cosas son iguales si no existe ninguna diferencia entre ellas. Puntualicemos un poco: dos cosas pueden ser muy diferentes en un aspecto pero bastante iguales en otros. Un hombre y una mujer, un blanco y un negro son diferentes en su estructura pero pueden ser bastante iguales en sus funciones. O al contrario un judío, un musulmán y un cristiano pueden ser iguales en su estructura pero distintos en sus funciones. Esto nos lleva a la convicción de que esta igualdad es una cuestión de grados: las diferencias entre unos y otros pueden ser muy grandes o insignificantes.

De esta manera tenemos que la igualdad entre dos objetos es inversamente proporcional al grado de su diferencia. Si la diferencia es pequeña la igualdad es grande y viceversa. Lo que se precisa investigar es la causa de que se produzcan estas variaciones.

Ahora bien, la afirmación de que la libertad es un logro de este siglo, en que la humanidad alcanzó finalmente esta comprensión es totalmente falsa. Situaciones análogas se dieron en varias etapas de la civilización egipcia, en la civilización asentada en las cuencas del Tigris y Éufrates y en las sociedades que se establecieron en su entorno, en el mundo helenístico del tercer siglo antes de Cristo y en el imperio romano en el tercero después de Cristo. La historia nos relata que en todas las sociedades, sin excepción, se repitieron estas fases, en los mismos y últimos periodos de su evolución.

La igualdad y la libertad aparecen simultáneamente como logros o aspiraciones entre segmentos mayoritarios de la sociedad en ciertos periodos de su desarrollo.

Estas ocurrencias sucedieron en Egipto a partir del cuarto milenio antes de Cristo y precisamente en las tres civilizaciones que allí se desarrollaron y hacia el fin de su ciclo histórico...

En Egipto los tres imperios murieron de muerte natural. Hacia el final del primer imperio egipcio las decisiones de gobernantes y jueces pueden apelarse ante el tribunal supremo de Mentís. Ante el consejo legislativo todos los egipcios son iguales en derecho. No hay entre ellos ni nobles ni esclavos. Solo el estado utiliza los prisioneros de guerra como esclavos. Pero fuera de esto la mano de obra es libre. La familia, rigurosamente monógama  descansa sobre la igualdad jurídica de los cónyuges. No existe ni la potestad marital ni patria potestad, ni privilegio de mayorazgo ni de varonía. El testamento es libre y las reglas de herencia son las mismas para hijos e hijas.

Allá por el siglo XIII AC en el reinado de Amenofis IV, pacifista a ultranza, quiere dar a sus pueblos la felicidad, indicándoles el camino de la justicia y de la verdad. Esta doctrina se extendió hacia todos los ámbitos de la sociedad. Se construyeron ciudades modelo y hubo un aumento del nivel de vida, libertad de género, y la vida dominada por valores morales. En la hermosa capital de El Amarna, donde se acumulaban las riquezas del Imperio, la vida era refinada y opulenta y fue la expresión de un apogeo luminoso pero efímero del Imperio egipcio. Efímero porque unas décadas mas tarde éste se había prácticamente desmembrado.

Echemos una mirada a lo que ocurrió en una extensa zona del mundo helénico, ya comenzada su decadencia, en la tercera centuria antes de Cristo:

En numerosas ciudades se crearon escuelas elementales, estudios que luego se continuaban en gimnasios. Se crearon también escuelas para niñas. Aparecieron por numerosos lugares asociaciones religiosas, funerarias, científicas y profesionales donde se encontraban griegos y extranjeros, hombres libres y esclavos. En Atenas y Alejandría se fundaron clubes femeninos haciendo que la influencia de la mujer creciera en todos los ámbitos sociales y obtuviera puestos destacados en la política, la literatura y los deportes llegando incluso a ocupar magistraturas urbanas. Las ideas filosóficas pasaron por una fase semejante. Zenón en su REPÚBLICA aboga por un mundo igualitario e internacional donde ya no hubiera estados distintos y todo el mundo viviría en una gran fraternidad que reinaría entre todos los hombres.

Dejemos aquí establecido que la energía crea diferencias y la entropía las reduce. Se puede afirmar que estos movimientos sociales de libertad e igualdad solo pueden darse en sistemas viejos y con una entropía muy elevada.

Tenemos por consiguiente que para lograr un cierto grado de libertad es preciso eliminar las diferencias que los separan. En los sistemas físicos la libertad total solamente se alcanza en el equilibrio cuando las unidades del sistema se compensan unas a otras y se vuelven uniformes en toda su extensión.

Esto nos lleva a sistemas con entropía máxima y máximo desorden.

Y puesto que igualdad y libertad se producen siempre simultáneamente, tenemos que concluir que ambas son proporcionales al grado de desorden que exista en el sistema.

A los amantes de la libertad y de la igualdad no les agradará mucho oír que sus anhelos de igualdad y libertad no se deben a sus convicciones éticas o morales, sino simplemente a los procesos irreversibles que se desarrollaron dentro del sistema y crearon la entropía que hizo todo este desorden posible. En efecto, si se ordena el tráfico de una ciudad estableciendo calles con el tráfico en una sola dirección ya estamos suprimiendo la libertad de circular en sentido contrario y por extensión, cualquier orden que se establezca en la sociedad, sea éste religioso, jurídico, económico o privado implica necesariamente una limitación de la libertad de tal manera que cuanto más ordenado se encuentre un sistema, menores serán los grados de libertad que tengan sus componentes.

Lo que es necesario considerar es precisamente la causa o causas que producen dentro de las sociedades, en todas las civilizaciones, semejantes fenómenos. Porque en esa etapa se lanzan voces desde todos los sectores de la sociedad clamando por la igualdad y la libertad, etapas que son efímeras, ya que después de un cierto tiempo estos clamores desaparecen y la sociedad sigue evolucionando por distintos caminos a que los lleva su propio desarrollo.

Obsérvese que esta situación, en la actualidad, se produce en las sociedades occidentales pero no en China, que esta iniciando un nuevo ciclo, ni en Rusia, que está aun en su etapa llamémosle juvenil, en su actual evolución.

Echemos un vistazo a cómo han evolucionado las sociedades occidentales durante poco más del último siglo:

En el siglo XVIII ya se habían hecho algunas declaraciones que pedían la igualdad en cuanto a los derechos que debieran tener todos los hombres, de igualdad genérica y racial. En la práctica de la vida diaria este cambio fue lento.

 Hace poco más de medio siglo los transportes públicos en USA estaban divididos para blancos y negros. El primer jugador negro que actuó en un equipo de baseball en las ligar mayores lo hizo por esa misma fecha. Las mujeres que empezaron a trabajar no ganaban ciertamente un gran  estatus social.

Puesto que ha quedado establecido que igualdad y libertad van unidos de la mano con el desorden, tenemos que meter dentro del caldero la entropía, que es precisamente la medida del desorden que existe dentro de un sistema.

La entropía reduce las diferencias creadas por la energía y estas diferencias son precisamente las que producen efectos mecánicos o dinámicos. Esto ocurre en un motor térmico y lo mismo en una sociedad. Si el motor no se enfría de alguna manera el motor se detiene. En las sociedades occidentales esta reducción de diferencias esta siendo asombrosa: menor diferencia de género, de razas, de religión y ya llegamos a la menor diferencia entre el hombre y el resto de los animales.
Todos los procesos irreversibles que resultan de las transformaciones que se realizan en la industria, el transporte, el comercio, etc., producen entropía.

Esta reducción de diferencias y afinidades entre los componentes del sistema hace que los atractores que los mantienen en ciertas posiciones se debiliten y sus posiciones puedan modificarse. En casos extremos la propia afinidad puede cambiar de signo dentro de ciertos grupos y las fuerzas que los mantenían atraídos o rechazados se inviertan, en cuyo caso hay una rotura de simetría y lo que antes atraía después lo repulsa. Casos notorios de esta situación han estado surgiendo cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Baste con señalar los movimientos y matrimonios homosexuales que han estado aumentando exponencialmente durante los ultimos años.

La entropía de un sistema puede medirse por el grado del conocimiento que tenemos del mismo. Hace menos de un siglo teníamos un conocimiento bastante amplio de los estados sociales: las mujeres gobernaban el hogar, los hombres, en fábricas o en otros trabajos, los negros en África y así sucesivamente. La entropía de los sistemas era baja. Actualmente nuestro conocimiento del estado de la sociedad es muy escaso.  Cualquiera puede estar en cualquier sitio. Hay mujeres combatiendo, algunas con grado de general o de ministro de la guerra. Hay negros ocupando puestos de ministros o de presidentes. Y todo está muy bien pero a lo que me refiero es al estado que guarda el sistema termodinámico. Es decir: menos conocimiento, más fragmentación, más edad, más entropía.

Estas sociedades occidentales están totalmente fragmentadas. Esto produce una mayor ignorancia que se tiene del sistema o lo que es lo mismo: mayor entropía.

El mayor grado de igualdad y libertad lo encontramos en el equilibrio, que es donde la entropía es también máxima. Solo que en este caso el sistema tiene que estar aislado y en él ya no sucede nada. Digamos un sistema muerto. El equilibrio es un estado atractor para todo sistema y solo la energía lo mantiene fuera de él. Si la energía deja de fluir, el sistema muere. No es por tanto extraño que estos movimientos igualitarios que se dan en las sociedades occidentales sean un indicio de que estas sociedades van en camino hacia su equilibrio y a su extinción.

Echando una simple ojeada a la historia universal vemos que, sin excepción, todas las épocas de gran expansión y prosperidad han ocurrido en sistemas muy bien ordenados, tanto si se trató de conflictos armados o competencias económicas. Esto es lo mismo que decir, sistemas con poca entropía. Por el contrario, los periodos de paz, libertad y mucho desorden en sistemas muy alejados del equilibrio fueron generalmente el preludio de su decadencia.

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